El hacker ético: el perfil imprescindible para startups y pymes

Resumen

Vivimos en un mundo en el que la seguridad cibernética se ha convertido en un pilar fundamental para proteger la integridad de los datos en todas las organizaciones. Debido a esto nace una nueva figura, el hacker ético. Su función consiste en identificar, prevenir y fortalecer los sistemas ante las amenazas que existen en este mundo digital. Su enfoque es anticiparse y detener todos los posibles ataques que puedan suceder, permitiendo así que las empresas puedan reforzar sus sistemas en los puntos débiles que hayan sido detectados con las soluciones y recomendaciones que han brindado los hackers éticos.

La diferencia fundamental con un hacker es el carácter ético con el que cuentan, no dañan las organizaciones, sino que identifican los fallos y proponen soluciones para fortalecer la seguridad de las empresas. Para comenzar a hacer su trabajo en una empresa, dada la sensibilidad de los datos que tratan y de los entornos a los que acceden, necesitan la aprobación de la parte contratante, así como acuerdos previos de confidencialidad y seguridad.

Beneficios de contratar a un perfil hacker ético

Las startups y pymes se han dado cuenta de todas las ventajas con las que se cuentan al contratarlo, por lo que ha aumentado la demanda en este tipo de perfiles. Entre los beneficios con los que puede contar una organización al tener este talento en sus plantillas está la optimización de los recursos invertidos en sistemas de seguridad, la prevención del colapso de los equipos informáticos y, por supuesto, la protección contra los ataques informáticos. Con esta labor las empresas luchan por mantener su reputación digital y preservar la integridad de sus sistemas y servidores.

Además, los hackers éticos también desempeñan una labor formativa interna, informando a los empleados de los riesgos que hay en el mundo digital, concienciándoles y promoviendo las buenas prácticas de seguridad digital en la empresa.

Prácticas y herramientas más utilizadas

Para hacer desempeñar su trabajo, los hackers éticos utilizan herramientas similares a las que emplean los ciberdelincuentes para crear un ataque simulado en la red o detectar errores en el sistema. Para ello pueden hacer, entre otros, dos tipos de pruebas: caja negra, centrada en el análisis de la red sin conocer el funcionamiento interno, y caja blanca, que requiere un conocimiento más profundo de la estructura del sistema.

Su trabajo implica varias fases clave. En primer lugar, llevan a cabo una exhaustiva fase de reconocimiento para comprender la infraestructura y recopilar información detallada sobre posibles puntos de vulnerabilidad. Posteriormente, se centran en prácticas controladas para evaluar la robustez de las contraseñas y obtener acceso a áreas críticas del sistema.

Finalmente, cualquier actividad realizada durante este proceso se elimina, asegurando que la intervención del hacker ético no cause daño y contribuya a fortalecer la ciberseguridad de la empresa.

En resumen, el hacker ético emerge como un perfil profesional sumamente proactivo, esencial y altamente demandado en las empresas. Su enfoque ético y sus habilidades proporcionan una capa crucial de defensa contra amenazas cibernéticas en constante evolución. En un panorama donde la seguridad informática es una prioridad ineludible, la presencia de estos profesionales éticos se convierte en un activo indispensable para salvaguardar el presente y el futuro de las organizaciones.

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