- Según el MIT, tres días sin reuniones cada semana producen un aumento del 73% de la productividad
- Otro beneficio es la mejora de la salud mental de los empleados, consecuencia de la reducción del estrés
El estudio del MIT
Un experimento publicado en la MIT Sloan Management Review, revista del Massachusetts Institute of Technology (MIT), ha resultado sorprendente por las conclusiones que aporta y que podrían resumirse en que “muchas organizaciones están implementando días sin reuniones, pero encontrar el equilibrio semanal óptimo requiere deliberación”.
Incluso antes de la pandemia, el 71 % de los gerentes pensaba que las reuniones eran costosas e improductivas. Dado que muchas empresas han cambiado a modelos de trabajo remotos e híbridos, las reuniones han aumentado constantemente en frecuencia y duración para compensar la pérdida de interacciones en persona. Esta situación afecta negativamente al bienestar psicológico, físico y mental de las personas.
Por todo ello, en los entornos corporativos se están adoptando días sin reuniones, en los que los empleados trabajan a su propio ritmo y colaboran con otros a un ritmo y en un horario no forzado, no establecido.
Evaluación de los efectos de los días sin reuniones
Concretamente, el estudio consistió en eliminar por completo las reuniones en 76 empresas de más de 1.000 trabajadores, de más de 50 países, varios días a la semana para comprobar cómo afectaba al rendimiento de los empleados. Esta medida se implementó durante doce meses y estos son los resultados:
- Las organizaciones consiguieron aumentar su productividad hasta un 73%.
- El estrés de los empleados se redujo hasta en un 57%.
- La satisfacción de los empleados se incrementa un 65%.
Los investigadores del MIT clasificaron a las empresas en cinco grupos, según del número de días que eliminarían por completo las reuniones, de uno a cinco.
Además, los investigadores hablaron con los gerentes y el director de recursos humanos de cada empresa para obtener perspectivas ejecutivas sobre los enfoques adoptados; examinaron datos que compararon los niveles de estrés de los empleados antes y después de una reducción de las reuniones; y evaluaron el impacto posterior en la productividad, la colaboración y el compromiso.
La conclusión fue clara: el mayor beneficio lo obtuvieron aquellas compañías que suprimieron las reuniones laborales tres días a la semana. Con menos o más jornadas sin reuniones el grado de efectividad de esta medida era inferior.
Tal como indican los autores del estudio, las reuniones son útiles en su justa medida, el exceso de ellas lo que las hace improductivas. Por ello, recomiendan que se establezca una agenda clara y unos objetivos concretos, lo que hará que sus responsables se la hayan preparado a conciencia y los asistentes tengan material previo antes de asistir.